En cualquier organización profesional o grupo social, la comunicación, tanto oral como escrita, es un medio de interacción y progreso imprescindible.
El progreso hacia el logro de los objetivos profesionales requiere una comunicación altamente eficaz. Las palabras que se emplean, habitual u ocasionalmente, para designar conceptos y constructos deben tener
asignado un significado concreto y único.
Un ejemplo de concreción lo representan términos tales como: bolígrafo, rotulador, regla, posavasos, libro, carpeta y otros.
Cuando se emplean estos términos la interacción es clara, rápida y eficaz. Designar objetos es relativamente sencillo, pero, no obstante, a veces se emplean términos que requieren un acuerdo expreso entre las personas
que colaboran en una tarea para entenderse bien, con rapidez y eficacia.
Un ejemplo bastante frecuente es referirse a un “pen drive” como un “pincho”. Evidentemente “pen drive” es un término inequívoco para designar un pequeño elemento que constituye un almacén de datos.