Pilar, 31 años, está recientemente separada de Miguel, de 35 años: de profesión electricista autónomo. Tienen un hijo de 4 años. Ella trabaja en una empresa de servicios publicitarios como administrativa.
La relación entre ellos es muy distante y Pilar se siente mal, progresivamente peor. Comenta que se iba sintiendo muy sola, sin el apoyo afectivo de Miguel.
Su jefe, Raúl, es un hombre maduro, de 52 años, casado y con dos hijos mayores. La observa en la oficina y la ve triste, por lo que, un día, la invita a un café después de la comida, que llevan a cabo en el comedor de la empresa.
Esta invitación se repite durante varios días, no siempre seguidos, pero frecuentes.
Pilar comparte sus sentimientos se soledad y de abandono afectivo con Raúl quien muestra una notable empatía hacia ella. Además del café en dos o tres ocasiones se han visto después del trabajo en una cafetería. Intimidad por intimidad, Raúl le comenta que su propio matrimonio es muy rutinario y que tampoco siente una apoyo afectivo de su esposa.
Día tras día, van intimando más y Pilar se descubre enamorándose de Raúl. Ya hace unos días que se despiden con un beso en las mejillas.
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